Balenciaga: la simplicidad del arquitecto de la alta costura (I)

La localidad costera de Getaria acoge uno de los mayores templos de la moda, en homenaje al modisto Cristóbal Balenciaga, nacido el 21 de enero de 1895 en este pueblo guipuzcoano de apenas 3.000 habitantes.

El Museo Balenciaga, que abrió sus puertas hace apenas unos meses, acoge numerosas obras de este modisto, un aventajado de su tiempo, que hizo de la simplicidad de sus piezas su principal característica. Referentes de la alta costura de la talla de Christian Dior llegaron a decir de él que, “Con los tejidos, nosotros hacemos lo que podemos. Balenciaga hace lo que quiere”.

El museo, ubicado en una colina en lo alto de Getaria, ofrece unas vistas exquisitas en un lugar emblemático de la localidad, escenario que acogió la residencia de los marqueses de Casa Torre, abuelos de la reina Fabiola de Bélgica y mentores de Balenciaga en sus inicios.

Entrada al Museo Balenciaga, en GetariaEntrada al Museo Balenciaga, en Getaria

Seis salas muestran el trabajo de Balenciaga, distribuidas en relación al trabajo del genio de Getaria: inicios, día, cóctel, noche, novias y Balenciaga esencial, junto a un séptimo espacio en el que disfrutar con un documental de 20 minutos de duración sobre el trabajo del autor guipuzcoano.

La aventura puede comenzar de dos maneras. Dirigiéndonos directamente a la primera sala, en la que se hace mención a los primeros años del modisto, o disfrutando del documental sobre el mismo. Conocedores de los trabajos de Balenciaga, nosotros dejamos el documental para el final, aunque recomendamos disfrutar de él al inicio, para comprender mejor las piezas realizadas por el autor.

Los inicios de Balenciaga estuvieron marcados por una formación constante como aprendiz, hasta que, con 22 años, abrió su primer taller de costura en Donostia-San Sebastián, en la Avenida de la Libertad nº 2. Curiosamente, a apenas unos metros de donde Santiago Auzmendi, ya en 1970, inauguró la Sastrería Auzmendi –años después le seguirían otras tres tiendas más tanto de hombre como de mujer.

19 años después, en 1936, Balenciaga estaría presente también en Madrid y Barcelona. Un año después, en 1937, el maestro presentó su primera colección en París de forma exitosa.

La simplicidad de sus piezas, así como sus patrones y la viveza de los colores escogidos llamaron la atención en la capital francesa, al igual que las innovaciones de Balenciaga en cuanto a los volúmenes de sus prendas y sus bordados.

Vestido de boda en gasa de seda estampada con motivos florales policromos, realizado para Carmen Alustiza.
La próxima semana: Balenciaga: la simplicidad del arquitecto de la alta costura (II)
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